jueves, 10 de mayo de 2012

Me quedé mirando el techo con la procesión por dentro y un remolino en el centro matemático del pecho. El tiempo se resbala poco a poco por mi frente. Estoy sóla de repente y esta soledad es mala. En el sofá conversando con las plantas, tengo un nudo en la garganta: sé que ya no volverá. Sueño con un otoño de besos y rosas; con la silueta de las ramas desnudas; con rubios, morenos y pelirrojos; sueño con un amor que me sacuda. Que caiga una tormenta que borre todas tus huellas, cien mil rayos y centellas hasta perder la cuenta.


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